Efecto de la presión social en la toma de decisiones

El experimento del ascensor de Asch es uno de los experimentos clásicos en psicología social que se realizó en la década de 1950 por el psicólogo Solomon Asch. Este experimento fue diseñado para investigar la influencia de las normas sociales en la toma de decisiones en situaciones cotidianas.

En el experimento, un participante real y varios cómplices (también conocidos como confederados) se reunieron en un ascensor. Los cómplices comenzaron a mirar hacia arriba en la esquina superior del ascensor y esperaron a que el participante real también lo hiciera. Luego, los cómplices continuaron mirando hacia arriba y esperaron a ver cuánto tiempo el participante real seguiría haciendo lo mismo.

El experimento mostró que, en promedio, alrededor del 37% de los participantes siguieron la norma social establecida por los cómplices y también comenzaron a mirar hacia arriba, incluso cuando la situación no justificaba esa acción. Además, algunos participantes se sintieron incómodos por su propia conformidad y admitieron sentirse incómodos o avergonzados después del experimento.

El experimento del ascensor de Asch sugiere que las personas pueden ser influenciadas por las normas sociales y conformarse con las acciones de otros, incluso cuando esas acciones no son necesarias o racionales. Este experimento se ha utilizado como una herramienta para comprender la conformidad y la influencia social en situaciones cotidianas.

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En el experimento, los participantes se reunían en grupos de ocho y se les mostraban dos tarjetas: una con una línea de longitud determinada y otra con tres líneas de longitud diferente, una de las cuales era la misma longitud que la línea de la primera tarjeta. Los participantes debían elegir cuál de las tres líneas coincidía con la línea de la primera tarjeta.

En realidad, todos los participantes, excepto uno, eran cómplices del experimentador y habían sido instruidos para dar respuestas incorrectas. El objetivo del experimento era ver si el participante real seguiría las respuestas incorrectas del grupo, aunque fueran obviamente erróneas.

Los resultados del experimento de Asch mostraron que, en promedio, aproximadamente el 75% de los participantes dieron al menos una respuesta incorrecta, aunque sabían que era incorrecta. Estos resultados sugieren que las personas pueden ser influenciadas por la presión social y conformarse con las opiniones del grupo, incluso si esas opiniones son claramente incorrectas.

El experimento de Asch se ha utilizado como una herramienta para comprender la conformidad y la presión social en una amplia variedad de situaciones sociales, desde la política hasta la publicidad.

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